Por Carlos Alberto Morales
El pasado mes de abril, Bauhaus regresaría a la ciudad de México después de aquella última presentación en el Palacio de los Deportes hace 15 años (Noviembre 30, 2005) pero no contábamos con la pandemia del Covid 19 que vino a prolongar un poco más la espera, sobre todo por ver a la banda en lo que podría ser una de sus últimas reuniones y tras el reciente episodio de infarto sufrido por Peter Murphy.
La primera vez que vinieron al DF no tuve la fortuna de ir a verlos. En aquella ocasión la tocada se llevó a cabo en el Cine Opera que por muchos es recordada por lo acontecido a un trompo de carne al pastor en el segundo piso. El costo del boleto en aquella ocasión era mucho más barato (80 varos) y a pesar de haber pagado más del doble para verlos en el Palacio de los rebotes, disfruté mucho del concierto. Lo único raro que no había sucedido antes en ninguna tocada, que yo recuerde, es que para la mala suerte de muchos ese día (incluido yo, of course) no se vendió nada de alcohol, ni cerveza, nada. Situación parecida –que no idéntica– a las que estamos viviendo en estos días con la ley seca impuesta por la pandemia, “Lástima Margaro”, tuve que degustar junto con mis carnales y amigos nuestro respectivo refresco de cola. Bauhaus en concierto y se reponía la fecha que originalmente se llevaría a cabo en el ahora WTC y que tuvo que trasladarse a causa de lo acontecido en la primera presentación de Interpol en el salón Mexica.
Desde que salía uno del metro Velódromo hasta la entrada al Palacio de los Deportes se veía la diversidad de personajes nocturnos que en ese día tan especial se dieron cita para escuchar las canciones de aquellos que consideran un icono y grupo de culto. Darketos, góticos, punks, todos mezclados entre sí pero con algo en común: la oscuridad; el negro como color distintivo de un movimiento que existe pero que no es muy común ver durante el día, salvo en algunos conciertos o los sábados en el Tianguis Cultural del Chopo… bueno, en aquel entonces.
Rostros pálidos que me hacían evocar al personaje de James O’Barr de The Crow o al reverendo Marilyn Manson, cabellos modelados de tal forma que desafiaban la gravedad irguiéndose como puntas dispuestas a cortar la noche, cabellos de todos los colores y para toda ocasión. Dondequiera que volteara uno podía encontrar réplicas exactas de Robert Smith, Siouxsie Sioux, Nina Hagen, Sid Vicious, Morrissey, John Lydon, Joey Ramone, entre otros tantos, además de varias Morticias que estaban para robar el sueño a uno de los tantos que ahí deambulábamos.
Tuvimos que aguantar un rato antes de que comenzara la música, se suponía que tendría que haber empezado a las 19:30 horas pero al cambiar de sede pues también se modificó el horario, así que los Bauhaus comenzaron pasadas las 20:30 horas. Oscuridad al principio y los primeros acordes ejecutados por Daniel Ash dan cuenta de que se trata de ‘Burning from the inside’, poco después la inconfundible voz de Peter Murphy se deja escuchar y los alaridos de las criaturas de la noche aumentan cuando aparece ya toda la banda conformada por los hermanos Haskins.
Al principio estábamos juntos, pero nada más empezó a sonar ‘In The Flat Field’ sentí el empellón de un punketo que comenzó a mover frenéticamente tanto brazos como piernas para dar paso al slam que terminó por separarnos y enviarnos a cada uno de nosotros por diferentes direcciones.
El grupo hizo un repaso de lo mejor de su repertorio que abarcó las diferentes etapas de su breve historia. Fue aquí donde reafirmé mi teoría de que para hacer una buena canción no es necesario ser el gran virtuoso ni que para lograr transmitir algo se necesita de grandes producciones y vistosos escenarios.
En David J. vi reflejado mi estilo de tocar, se movía muy poco pero daba a cada bajeo una fuerza única, nada más lo veía y me venían a la mente los comentarios de muchos que me aconsejaban moverme más en el escenario, ingenuos.
Mis mejores momentos fueron cuando interpretaron ‘She’s in Parties’, ‘Passion of Lovers’, ‘Kick in the Eye’; pero el mayor clímax se vivió cuando tocaron la clásica ‘Bela Lugosi’s dead’ que aparece al inicio de El Ansia donde actúan ese par de bellezas que son Susan Sarandon y Catherine Deneuve junto al camaleónico David Bowie. De Bowie tocaron ‘Ziggy Stardust’ que fue coreada de principio a fin por los ahí reunidos y a quienes, ya para esas alturas, poco importaban los empujones, los pisotones de las botas con casquillo, los celulares con cámaras que tapaban la visión (ya desde entonces empezaban) o el aroma a cannabis que nos acompañó de principio a fin.
El ritual finalizaba con ‘Telegram Sam’ y después de reencontrarnos nos dimos a la tarea de ir en busca de un bar… en pleno miércoles, para no quedarnos con las ganas de unas cervezas bien frías… un par nos vendrían bien en este momento.
