Por José Pacheco S.
Glastonbury, 2013
Después de años no estaba en un concierto de los Stones. Los tiempos habían cambiado para mí. Un día fui a sacar copias a una de las muchas papelerías frente a la UNAM, el señor que me atendía tenía puesto el radio y se escuchaba al odioso de Esteban Arce diciendo que los Stones estaban de regreso y que darían una serie de conciertos. Así que sabía que mi cartera sufriría una serie de descalabros.
Sin más, me ahorré la gira por Estados Unidos, no me interesaba realmente. Así que pedí a una amiga que vive en Inglaterra comprara los tickets para Glastonbury y Hyde Park. Meses más tarde, y después de las historias que conllevan el preparar un viaje e improvisar durante el mismo, ahí estaban de nuevo los Stones frente a mí.
Veía ahora a un Keith Richards sin la energía que antes transmitía, ya no era el guitarrista que alguna vez había visto en su esplendor. Ronnie Wood había mejorado, ahora aportaba más a la banda y apoyaba a Keith para matizar en sus errores, incluso en ocasiones tenía que hacer las figuras de Richards ayudándolo a regresar al acorde.
Mick siempre ha sido la presencia sin merma de la banda, la mofa hacia la vida misma, el regocijo del tiempo sin daño, con la experiencia que sólo los años y las vivencias pueden dar y que sólo los buenos observadores pueden ver en sus muecas y miradas.
Charlie Watts, con una precisión cada vez mayor, y Darryl Jones en plena sintonía con él, aunque el tiempo ha hecho de las suyas, ahora lo veía más pasado de peso al igual que a Lisa Fisher y a Bobby Keys, más avejentado y cansado. Todos parecían estar disfrutando tocar como si fuera la primera vez.
El lugar y el ambiente que se vivía era de los mejores que haya presenciado, había acampado la noche anterior en la que muchos no dormían, todo era fiesta, sexo, droga, alcohol y ruido. El aroma del aire era tan distinto al de cualquier otro lugar, único. Había neblina al amanecer sobre los arboles y sentía una vitalidad inmensurable.
Realmente dormí un poco hasta que estuve a metros del escenario, era más pequeña la pirámide de lo que creía, no tenía mucho que ofrecer ese escenario pero no importaba. Tenía años que no estaba en un lugar así y esa extraña sensación me recorría por el cuerpo de nueva cuenta.
Anunciaban que el concierto sería grabado y transmitido en vivo por la BBC. Cuando salí de mi tienda de acampar ya había gente en la valla abajo del escenario, como pude me fui colando hasta llegar a un pequeño hueco cerca del mismo donde esperaría poco mas de 12 horas para volver a ver a los Stones, a sentir esa sensación que sólo los que han vivido un concierto de esa magnitud fuera de un estadio pueden saber.
Las banderas de los principados de Gran Bretaña y Europa ondeaban por todo el lugar. Las canciones eran ya viejas conocidas pero era increíble ver a Mick Taylor tocar con ellos ‘Can’t You Hear Me Knocking’, ‘Midnight Rambler’ y ‘Satisfaction’. Y la única ocasión que vi ‘2000 Light Years From Home’, era sublime y desquiciante, mucho para poder describir ese momento, al cual también podría dedicarle unas cuantas líneas.
Los tipos a mi alrededor se fumaron y se metieron por la nariz todo lo habido y lo que ni siquiera me imaginaba existía. Ya estaba acostumbrado a ver a los Stones en parques y festivales, en entradas generales, los golpes, empujones y las humanidades que caían sobre mi espalda, mujeres hermosas semidesnudas sintiendo el placer de ser tocadas por un mar de manos en el que sus cuerpos deambulaban por encima de la multitud.
La banda estaba tocando como nunca, el sonido era majestuosamente perfecto y el volumen era tan alto que no volvería a escuchar a Charlie Watts con exagerada potencia. ‘Paint it black’ hacía temblar el suelo con la multitud eufórica saltando y jamás escuché a tanta gente cantar al unísono con Jagger en ‘Wild Horses’ y coreando ‘Miss you’. Quizás ha sido la noche en que mis pies estuvieron más molidos que nunca, la garganta y mis oídos destruidos, mi boca seca. Mi cuerpo había perdido uno o dos kilos.
Después volví a verlos en el Hyde Park y un sinnúmero de veces, tanto en Estados Unidos, México, Europa y Cuba, los que reseñaré en un tiempo.