The Florida Project: Moonee y Halley
Por Fernando Pala
En Magic Castle las sensaciones son agridulces. Una constante de vidas paralelas entre las experiencias ligeras y sin preocupaciones y el drama de la vida de una joven adulta. A Sean Baker podemos recordarlo por Tangerine, una película que llamó la atención al ser realizada con la cámara de un iPhone. También existen similitudes en el sentido de las historias. Tangerine podría haber sido un drama, tomando en cuenta el lugar en la sociedad que ocupa la comunidad transgénero y, sin embargo, es todo lo contrario. Algo parecido sucede con The Florida Project.
El primer cuadro de la película muestra a Dickie corriendo hacia sus amigos: Moonee y Scottie. Él anuncia la llegada de nuevos vecinos a Futureland (el motel vecino). La periferia de Disney World es el escenario perfecto para situar la historia, esto por la obvia referencia a un contexto hecho casi exclusivamente para niños. Lo que sucede en Magic Castle es una radiografía entre la marginalidad y los sabores intensos de la infancia. No son gratuitos los colores lila del edificio donde viven Halley y Moonee o sitios como Orange World.
Sin embargo, el tedio de los protagonistas infantiles se rompe con ‘Celebration’ de Kool & The Gang. La infancia suele transcurrir de esa manera, pocas veces reparamos en la marginalidad, en la asistencia social o en los problemas de los adultos. La infancia siempre busca ser una celebración.
Tomando en cuenta lo anterior, la producción de A24 (casa productora tan celebrada por millenials en redes sociales) nos sitúa en la perspectiva de Moonee (Brooklynn Prince). Esa percepción contrasta todo el tiempo con la de su madre, Halley (Bria Vinaite). Halley debe sortear una vida de desempleo formal y la manutención de su hija con un padre ausente, lo cual implica también el pago de la renta del motel. Halley, en gran parte de las secuencias, fuma marihuana, lo cual abona al descuido parental de Monee. En otras palabras, Moonee es una niña al cuidado de otra niña.
Scooty, Moonee y Jancey
Un elemento más a sortear para los vecinos de Magic Castle es la discriminación, casi por añadidura, que padece este sector de la sociedad. En repetidas ocasiones vemos ejemplos de clasismo hacia los vecinos (que en realidad no tienen permiso de permanecer ahí más de cierto tiempo); incluso por parte del dueño del lugar. Para él, las bicicletas afuera de la vivienda y la asistencia social afean la imagen del motel.
Magic Castle sería una completa anarquía sin la figura de Bobby (Willem Dafoe), el administrador del lugar. Afortunadamente solo atropellan algunas personas en el estacionamiento y alguno que otro dealer desubicado se aloja ahí. Dafoe es el eje rector, moralista e incluso paternal del lugar. Más de una vez aboga por Halley y, a pesar de eso, uno no deja de verlo como una figura de autoridad. Este personaje consigue el equilibrio completo entre la rectitud y la moralidad cuando rescata a Moonee y a sus amigos de un pedófilo.
Pero el clímax no está ahí, sino en otro elemento… los helicópteros. Cada vez que se escucha el estruendo de las hélices algo sucederá en la película. Moonee no conoce, ni puede medir el límite de sus acciones (como cualquier niño). Lo mismo da talonear a una señora para comprar helado que crear un incendio en una casa abandonada. Para Halley no es muy distinto; sin embargo, ella no es una mala persona, ni una mala madre. Simplemente enfrenta sus decisiones con inmadurez y agresividad.
La fotografía de la película estuvo a cargo Alexis Zabé, quien también trabajó con el mexicano, Fernando Eimbcke (Temporada de Patos), en su segundo largometraje, Lake Tahoe. The Florida Project es una película muy clara de conceptos. Imágenes con un sol abrasador de verano donde las naranjas son una referencia constante. En algún punto Scottie dice que no le gustan y que prefiere el refresco (algo mucho más dulce). La épica secuencia final de Sean Baker redondea el concepto de la primera (con ‘Celebration’ de Kool & The Gang).
The Florida Project es una celebración a la infancia, a pesar de los sabores agrios que puedan acompañarla. Quizás este guiño existe desde su antecesora: Tangerine. Es como el sabor de la naranja.