Pixies en Teatro Metropólitan. Foto: Juan Mendoza
En 2018 Pixies aterrizó en CDMX para conmemorar 30 años de Surfer Rosa, tres presentaciones históricas de los de Boston tuvieron lugar en esa visita, la primera en el Zócalo capitalino ante más de 60 mil personas y dos encuentros con sus seguidores en el Teatro Metropólitan donde interpretaron un selecto y quizá irrepetible setlist. En nuestro cuarto número de Auuuuu Fanzine publicamos la crónica del concierto celebrado el 13 de noviembre de aquel año. Aquí el texto íntegro que nuestro colaborador, el escritor Juan Mendoza, escribió para la publicación.
Por Juan Mendoza
EN CHINGA, UNA TRAS OTRA Y SIN PRESENTAR LAS ROLAS
FADE IN. Tenía 15 años la primera vez que escuché a Pixies. Mi hermano me puso ‘Here Comes Your Man’ en un cassette grabado del radio, seguramente de Rock101. Pronto conseguimos la discografía completa en el MixUp de Plaza Satélite y algunas grabaciones en vivo en el Chopo. Inmediatamente se convirtió no sólo en mi grupo favorito, sino que para mí fue EL GRUPO en mayúsculas y cursivas, ese cuyas canciones te acompañan en los mejores y peores momentos de tu vida. Era 1994 y ya no existían. Las razones de su extinción se reducían a problemas internos. Básicamente Black Francis, el cantante, era tan mamón que decidió tronar el grupo cuando mejor les estaba yendo.”Me cansé de cantar ‘Monkey Gone to Heaven’” fue su justificación. Seguí de cerca la carrera en solitario de Black Francis, de los grupos que armaba la bajista Kim Deal y el requinto Joey Santiago, las colaboraciones del baterista David Lovering, incluso, en 2002, llegué a ver a The Breeders en vivo en el extinto Salón 21 celebrando el décimo aniversario de la también extinta estación Radioactivo. Y es lo más cercano que voy a tener de ver al mito, pensaba. Entonces era muy dudoso que pudiera ser testigo de un concierto en vivo mediante un posible reencuentro. Gracias a la popularidad que obtuvo su canción ‘Where is Mind?’, mediante su aparición en el score de la película de David Fincher The Fight Club, y que posteriormente Placebo incluyó en su disco de covers, Sleeping with Ghosts, el reencuentro llegó dos años después. Comenzaron una gira mundial, de la que se cuenta que durante su paso por Brasil, les robaron los instrumentos. Decidieron vetar a latinoamerica para el resto de las tocadas. En 2009 inician una gira de celebración de los 20 años del disco Doolitle, que tocaban completo junto a los lados B. Fue hasta 2010, casi por cerrar la gira, que tocaron por primera vez en México con su alineación original, como headliners del primer Festival Corona Capital, abriendo dos fechas más en el Teatro Metropólitan. Quizá, conocedores de su deuda con el país, decidieron romper el esquema y en los tres conciertos dieron una extensa revisión a todos sus álbumes durante dos horas y más de 30 canciones. Concierto cargado de emotividad por lo que representaba presentarse con la alineación original después de 17 años de extinción. En 2015 regresaron nuevamente, ya sin Kim Deal, quien decidió reorganizar a The Breeders, y su lugar en el bajo fue ocupado por la ex Perfect Circle, Paz Lenchantin. Fui a verlos en todas esas ocasiones que tocaron en México.
C’MON PILGRIM… IT’S SURFER ROSA. En 2018 el disco Surfer Rosa cumplió 30 años y deciden repetir el esquema dando una gira donde toquen el disco completo. Oficialmente, la primera grabación en forma de Pixies es el EP C’mon Pilgrim de 1987 que salió únicamente en Inglaterra. En 1998 graban el Surfer Rosa y en la edición norteamericana incluyen, también, el C’mon Pilgrim completito. Esto lo saco a relucir ya que en la gira está anunciado que tocarán los dos discos. Los boletos se agotan rapidísimo, logro conseguir dos de los más baratos. Ni modo, la economía personal así lo exige. Abren otra fecha que también se agota rápidamente. En redes sociales leo que varios amigos seguidores de Pixies de muchos años no pudieron conseguir lugar. ¿De dónde carajos sale tanto fan de los de Boston? Poco tiempo después anuncian que serán cabeza de cartel el 11 de noviembre, durante los conciertos que celebran y cierran La Semana de las Juventudes en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México, donde el acceso al público general es gratis (no confundir que tocan gratuitamente, que es mucho muy diferente y se notó cuando dieron a conocer los millones que desembolsó el gobierno de la CDMX para celebrar los conciertos), y aunque la ansiedad de ir al Zócalo como en una aventura obligada es muy alta, decido dejarlo pasar, vivir la experiencia por las publicaciones en redes sociales de otros y asistir tranquilamente y en asiento numerado al recital del Metropólitan .
LUNES 13 DE NOVIEMBRE. Durante el fin de semana escuché y leí comentarios encontrados acerca del concierto del Zócalo. Que si fue un martirio chutarse a las bandas que tocaron antes que ellos (Comisario Pantera y DLD los más mencionados), que si se notaron desangelados, tocando sólo por cumplir, que si cacharon a una morra dándole sabroro fellatio a su novio. Muchos memes, poca música. Tocaron más de dos horas y, como lo hicieron ocho años antes, pasaron lista a toda su discografía. Fueron más de 60 mil asistentes. Bastante bien para un grupo que hasta apenas hace 10 años prácticamente nadie conocía. El lunes, saliendo del trabajo, La Mismísima, mi amada esposa, pasó por mí al tren suburbano de Fortuna. Íbamos con buen tiempo, así que llegamos tranquilamente sin prisas, como es que hacemos todo desde hace dos años que nació nuestra hermosa primogénita que, en ésta ocasión, dejamos encargada con mi madre. Dejamos el auto en un estacionamiento detrás del Teatro Metropólitan. Sorteamos a los homeless en la esquina de Juárez. De ser otros tiempos, habríamos lanzado una convocatoria para reunirnos unas horas antes en alguna chelería cercana y llegar ya medio servidos al concierto. Esta vez entramos decentemente, pagamos por dos cervezas dobles más de lo que cuestan en el aeropuerto y ubicamos nuestros lugares. En la pantalla pasaban un documental donde Vaughan Oliver relata las inspiraciones que lo llevaron a realizar las viñetas que acompañaron al disco. Recibí una llamada para realizar la prometida transmisión en vivo para el programa de radio por internet No Muy Punks en el que estoy debutando como locutor. A las 9 de la noche en punto se acomodaron los Pixies en el escenario. Sin más, comenzaron con las notas de ‘Caribou’. La guitarra sucia y distorsionada de Joey Santiago acompañada de los gritos de Black Francis me remontaron a la época donde el rock era actitud y no sólo un ritmo. Desde la primera canción. Supe entonces que en esta ocasión respetarían el orden de los discos, por lo que emocionado esperé que tocara el turno de ‘Ed Is Dead’, ‘I’ve Been Tired’ y ‘Levitate Me’, rolas que no había escuchado con ellos en vivo y que dicen mucho de mi vida. A ‘Caribou’ le siguieron ‘Vamos’, ‘Isla de Encanta’, ‘Ed is Dead’, ‘The Holiday Song’, ‘Nimrod Song’ y las esperadas ‘I’ve Been Tired’ y ‘Levitate Me’. Canté emocionado ‘I’ve Been Tired’ y los millennials alrededor me miraban con bastante curiosidad. Treinta minutos de rabia desmesurada, donde el baterista David Lovering hacía de su peculiar modo de darle a los tambores y Paz demuestra que cumple bastante bien, aunque obviamente no es Kim Deal y eso es porque sencillamente nadie puede ser Kim Deal. Tocaron los lados B ‘Down to the Well’, ‘Build High’, ‘Rock a My Soul’, ‘Dancing the Manta Ray’ para terminar el primer bloque con ‘In Heaven’ (canción con la que Black Francis homenajea a la película de David Lynch, Eraserhead) y tomarse una pequeña pausa. Para entonces ya no hay sorpresas, me sé de memoria el orden de las canciones del Surfer Rosa. Las tocaron en estricto orden, canción tras canción, a gran velocidad, sin interactuar con el público, sin presentar las canciones (los títulos aparecían en la pantalla del fondo), sin saludos en mal español. ¡Vaya! ¡Como seguramente eran los conciertos de los Pixies en sus inicios! Hace unos años tocaba con mi hermano en un grupo donde tocábamos varias canciones de Pixies.Era una suerte de chiste local decir: “vamos como los Pixies”, que quería decir “En chinga una tras otra y sin presentar las rolas”. Para ‘Something Against You’ había notado que los Pixies no sólo estaban dando un concierto, sino una suerte de viaje en el tiempo. Que vivimos lo que podía ser un recital de 1998. ‘Where is My Mind?’ la escucho y disfruto como la gran canción que es, no obstante que esté tan quemada, que incluso desde hace unos años los grupos de covers no dudan en incluirla en sus setlist junto a ‘La planta’ y ‘El final’. ‘Gigantic’ fue el momento en que me dí cuenta que sí extraño a Kim Deal, pero ‘Oh My Golly’ y los coros de Paz me recuerdan que no está del todo mal, que de hecho, es perfecto. Terminan como el disco, con la instrumental ‘Brick is Read’. El encore son tres canciones, ‘U-Mass’ del Trompe Le Monde, ‘Um Chagga Lagga’ del Head Carrier y la explosiva ‘Tame’ del Doolitle. Y se acaba el concierto. Poco menos de hora y media. La gente sale sacada de onda. Acaba de recibir una dosis de cómo debe ser un concierto de rock, pero al parecer esperaban más, o esperaban otra cosa. Black Francis dijo una vez: “si una canción es buena, habrá dicho todo lo que tiene que decir en un minuto y medio, o menos” El resumen general de la reacción de la gente lo puedo ejemplificar con la conversación de dos tipos, ya alrededor de sus cuarentas, que escuché cuando bajábamos las escaleras hacia la salida del recinto: “Pero ¡no mames! Me siento timado ¡no duró nada! En el Zócalo tocaron como 40 rolas y fueron más de dos horas!”. “Pero hoy tocaron canciones que en tu puta vida vas a volver a escuchar en vivo”. Y tiene razón. AUUUUU