Ricochet (2020)
El primer largo de Rodrigo Fiallega explora las acciones, en ocasiones irracionales e instintivas, que puede tener un hombre común y que pueden cambiar su realidad.
El dolor y la venganza se mezclan con el color y con los sonidos de un poblado a las orillas de la laguna de Sayula, en Jalisco, lugar donde transcurre la ópera prima de Rodrigo Fiallega, Ricochet. Paisajes áridos, la aparente calma, el calor, el silencio de una vida a la que ya no se le ve sentido o a la que quizá se le acaba el tiempo.
La historia que presenta Fiallega, de la que es también guionista, transcurre en un sólo día, en el que seguimos a Martijn, un hombre solitario, frío y amable a la vez. El cineasta se inspiró en una nota de un medio argentino para crear el filme con el que participó en la sección Ahora México, del Festival Internacional de Cine de la UNAM.
La gran virtud de Ricochet es que la trama central de la película, la que le da razón, nunca aparece a cuadro. Conoces a Martijn en un día como cualquier otro y te enteras de su asunto a partir de conversaciones y de sus silencios. Descubres que tiene una ex pareja que aún lo procura, una hija a la que debe cuidar y adivinas que el protagonista tiene una enfermedad terminal. Ricochet se convierte en eso, una adivinanza que descifras minuto a minuto, las pistas están en la expresión de Martijn y en los breves diálogos, en los paisajes desérticos que anuncian un dolor que no sana.
“Lo que quise hacer fue un cuestionamiento de lo que en cierto modo nos hace humanos, cuando tomamos direcciones o acciones impredecibles, que no están dentro de una lógica o racionalidad dentro de lo cotidiano o de lo normal, creo esos pequeños gestos nos hacen humanos” menciona Fiallega, y agrega que la película requirió de un extenso trabajo de preparación que duró dos años antes de ser filmada.
En esa reconstrucción de los hechos que haces mientras sigues al protagonista bajo el sol de Jalisco, recibes una noticia del pasado: Martijn y Mariana perdieron un hijo, fue asesinado.
Rodrigo Fiallega ha comentado que fue difícil encontrar un actor para el papel de Martjin, desde el guión estaba planeado que se tratara de un europeo que hablara español, eso lo volvía complicado, fue entonces que la directora de casting le presentó a Martijn Kuiper, un holandés que vivió tiempo en Madrid y con una importante trayectoria en teatro que resultó ideal para interpretar al personaje.
Kuiper, por su parte, afirma que la película representó un desafío para él, al requerir decirlo todo, no con diálogos, sino con la expresión corporal.
Grabar en esta zona, menciona Fiallega, es una clara referencia a Juan Rulfo, quien nació en este mismo lugar. Las tomas abiertas que muestran el lugar se vuelven también partícipes de la historia.
Las horas avanzan y la venganza se acerca. En el día que transcurre la persona que asesinó a su hijo saldrá de prisión y Martjin tomará una decisión definitiva.
Las cotidianidad, las charlas en la cantina, en los caminos, esa calma aparente hacen que el desenlace sea como esa piedra que rebota en el agua interrumpiendo la quietud. Con Ricochet, Fiallega juega a contarnos todo sin necesidad de ser explícito.
La película, que además de Kuiper incluye en su reparto a Andrés Almeida e Iazua Larios, formó parte del Rome Film Festival y del Festival Internacional de Cine de Morelia en 2020. Este año fue programada en el Festival Internacional de Cine de la UNAM en una edición totalmente en línea que llegó por primera vez a toda la República Mexicana.