Primer Tianguis de la Música y Publicaciones Independientes en el Museo Universitario del Chopo. Foto: Instagram Tianguis Cultural del Chopo.
Se cumplieron 43 años de aquel primer sábado en que jóvenes fueron convocados al Museo Universitario del Chopo para intercambiar publicaciones y discos. Cuarenta y tres años de la fundación de una comunidad y de un espacio que han sido cuna de la contracultura y hogar de expresiones que ni los mismos museos han podido alojar.
Miles de bandas, nacionales y extranjeras, se han presentado en su foro Radio Chopo y, seguramente, muchas también han nacido después de una charla en sus pasillos o de una caguama en las vecindades cercanas o en los lugares de los alrededores.
Los músicos distribuían ahí su material, de mano en mano. Si estabas planeando armar una tocada debías ir a volantear al Chopo y si no habías podido asistir a un concierto en ese mismo sitio podías encontrar la grabación.
Su corredor cultural ha recibido exposiciones, presentaciones de libros, de revistas, de fanzines, de discos.
Sin hacer un recuento a detalle, entre las agrupaciones que han tocado en ese escenario, han firmado autógrafos o simplemente han recorrido sus pasillos saludando a su gente se debe mencionar a El TRI, Javier Bátiz, Sinead O’ Connor, Julien Temple, Alice Bag, Héroes del Silencio, Orquesta Mondragón, Manu Chao, Trolebús, Johnny Indovina (Human Drama), Botellita de Jerez, Ultimatum, Pericos, Café Tacuba, Rata Blanca, Escoria, Los Tres, Santa Sabina, Tex Tex, Cecilia Toussaint, Luzbel, El Haragán, La Castañeda, Kenny y los Eléctricos, Sepultura, Ska-P, Arturo Meza, Charly Montanna, La Gusana Ciega, Liran’ roll, Zoé, Pastilla, Aterciopelados y cientos más, porque la lista sigue creciendo sábado a sábado.
Sin que estuviera planeado así, el lugar se convirtió en refugio y casa de melómanos y creadores, de artistas emergentes, de intelectuales, periodistas y locos.
A lo largo de los años el Tianguis Cultural del Chopo llegó a tener su propia publicación y su propio sello discográfico.
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México
Apenas hace unos días, El Tianguis Cultural del Chopo fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de Mexico.
El jefe de gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, la secretaria de cultura capitalina, Claudia Curiel de Icaza, y otras autoridades de la ciudad, se reunieron con choperos y choperas del tianguis para oficializar el valor intangible de este espacio.
“Primero que nada, quiero decirles que antes que funcionaria, soy rockera y metalera” presumió la titular de la secretaría de cultura, para luego agradecer “por toda esa labor que han hecho por 43 años, por ser un espacio de resistencia cultural, por ser un refugio para todos los rockeros que fueron estigmatizados en los setentas y los ochentas”.
Cuando el tianguis tomó la calle, comenzó a echar raíces.
El primer Tianguis de la Música y de Publicaciones Independientes en el Museo del Chopo se llevó a cabo el sábado 4 de octubre de 1980 y pese a que los planes solo contemplaban que el evento se celebrara durante cuatro sábados, los jóvenes se reunieron en el recinto durante más de un año. Después de ese tiempo ya no se les permitió encontrarse dentro del museo entonces dirigido por la escritora Ángeles Mastreta.
“El tianguis nació como un movimiento en el Museo del Chopo, pero cuando el tianguis tomó la calle comenzó a hechar raíces” dijo Felipe Santiago Victoriano, presidente de la Asociación Tianguis Cultural del Chopo.
Y siguió: “ Quiero también decir que la misma gente que nos invitó al Museo del Chopo después nos quería correr. Una vez que salimos a las calles tiraban agua para que ya no nos instaláramos”.
Y es que, tras ser expulsados del museo se apropiaron de la calle al exterior del recinto.
“Ya afuera nos organizamos y todos ustedes, los de ese tiempo y todos los que han seguido ahí, son los que en un momento dado crearon el tianguis. Somos producto de un proceso de la sociedad, evolución de la sociedad, y hoy estamos en un proceso de transformación en el país y solamente así se vino este reconocimiento, por eso somos parte de este proceso de transformación”, señaló.
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Resistir por los que ya no están.
Han pasado 43 años, pero quizá para los choperos las condiciones no han cambiado del todo. La persecución y el destierro han marcado su camino desde el inicio y hoy siguen presentes.
Antes de instalarse en la calle Aldama, en la colonia Guerrero, pasaron por la alameda de Santa María la Rivera, por un estacionamiento de la calle Sadi Carnot, en la colonia San Rafael; el casco de Santo Tomás, por la explanada de la facultad de arquitectura de la UNAM. También se instalaron en calles cercanas al metro La Raza. De todos esos sitios tuvieron que irse porque a los vecinos les alteraba ver a una multitud de punks llegar a las calles o por alguna otra razón. En cada espacio fueron desalojados e incluso en una ocasión fueron atacados por pandilleros que les dieron una golpiza, saquearon los puestos y hasta de armas de fuego se habló.
Aun en este sexenio autoridades de la alcaldía Cuauhtémoc han buscado retirarlos de las calles que llevan décadas ocupando. Por ello, Felipe Santiago celebró que pronto se les entregará un permiso firmado directamente por el gobierno de la ciudad, en donde se garantiza que mantendrá su ubicación actual.
Por su parte, César Salas, secretario cultural del Tianguis del Chopo, agradeció a nombre de todos los que pertenecen a esa comunidad y “también de todos los espacios independientes, alternativos, culturales que también luchan a la par de nosotros. Gracias, de parte de mis compañeros y, sobre todo, de las ausencias, de todos los nuestros que ya no están aquí”, refirió en recuerdo de todos aquellos fundadores y miembros que se fueron de este mundo antes de que ocurriera este importante reconocimiento al Tianguis Cultural.
Entre ellos quizá se refirió a Juan Heladio, quien durante años ofreció selectos títulos del cine internacional, muchas veces inconseguibles en las grandes tiendas establecidas. Seguramente el recuerdo también estuvo dirigido a Vladimir Hernández, quien fuera fundador y director de la esencial revista Banda Rockera; a Carlos Alvarado (Chac Mool, Vía Láctea), quien nutrió tantas colecciones de adictos a la música. En ese grupo también podrían entrar visitantes asiduos del lugar como el escritor Carlos Monsivaís, quien también pasó décadas recorriendo los puestos en busca de discos, libros, chácharas o algún amigo a quien saludar. Él mismo definió al Chopo como “templo de la contracultura mexicana”, en su libro Los Rituales del Caos.
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Se suele decir con falsa añoranza que el Chopo ya no es lo mismo, que si ya se vende pura ropa, que si los vendedores son gente nueva y desinteresada de la motivación del primer tianguis, que si se vende droga abiertamente a los jóvenes. Aunque algo de eso hay, es posible que quienes afirman esas situaciones nunca hayan conocido el mercado del todo.
Hoy los hijos de varios fundadores continúan con el legado de la vendimia musical. Integrantes de aquellas bandas que marcaron la historia siguen recorriendo los pasillos, escritores y fundadores de revistas que hoy son una leyenda del periodismo musical también siguen debajo de esas lonas.
Pero la vida no es una fotografía antigua y el Chopo no seguiría en pie sin los jóvenes que hoy lo siguen visitando y levantando. Quizá ellos no compran una “torta de a varo para la banda eriza”. Ellos están viviendo sus propias anécdotas y nuevos personajes marcan su episodio.
Ahí están hambrientos de más, van en busca de material de la música que recién descubren, bandas emergentes siguen pidiendo tocar en el escenario y dibujantes se han adueñado también de un espacio para difundir su gráfica.
También puedes encontrarte con los dueños de las tiendas de moda, cazando discos para revenderlos al doble o al triple de lo que lo consiguen.
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El alma del Chopo sigue ahí, al fondo, donde aún cada sábado se acude a vender, con una caja, con una mesa, con una maleta abierta, a charlar de música, a escuchar tocar a la banda en turno, a cambiar una película repetida, a encontrarte un CD descatalogado.
Qué honor haber recorrido esos puestos, tomarlo por costumbre. Encontrar un disco, una cinta, un libro que pensaste que jamás tendrías, beber una cerveza en algún sitio de esos que todos sabemos donde están.
Qué orgullo también que nuestros hijos vayan, que descubran la magia callejera de esos pasillos que no desde el pasado viernes, sino desde el momento en que ese primer grupo de jóvenes decidió resistir, ir, tomar la calle y seguir reuniéndose para hablar de música, cambiar un disco o un fanzine, dejaron huella y convirtieron el Chopo en un esencial de esta urbe.
